En el ámbito de la producción sostenible de alimentos, iniciativas como el proyecto SUSTAvianFEED desempeñan un papel vital en el fomento de prácticas respetuosas con el medio ambiente. Este proyecto, que forma parte del programa PRIMA y cuenta con el apoyo de la Unión Europea, se centra en el desarrollo de una dieta animal alternativa y sostenible, tratando de explicar su alto valor principalmente a los consumidores. ¿Cómo? Empezando por los productos de origen animal que consumen e incluyendo un análisis eficaz de la etiqueta ecológica para los productos alimentarios. El objetivo no es sólo promover la sostenibilidad, sino también proporcionar a los ciudadanos información valiosa sobre los productos que eligen.
Sentar las bases y establecer el contexto
El movimiento europeo de la etiqueta ecológica se remonta a 1992 y marca el advenimiento de las opciones sostenibles para los consumidores. Esta etiqueta, conocida como la «flor de la UE», se ha convertido en sinónimo de opciones sostenibles para los consumidores concienciados con el medio ambiente. La etiqueta ecológica de la UE abarca ahora diversas categorías, con expertos que verifican los ingredientes y procesos sostenibles. El proyecto se ajustaba bien al Green Deal de la UE, que hace hincapié en un sistema alimentario justo, sano y sostenible, y a la estrategia «de la granja a la mesa» para reducir el impacto ambiental.
Desde su creación, el Consorcio que respalda el proyecto SUSTAvianFEED se ha dedicado a dar a conocer sus actividades y logros. Entre los objetivos, hay uno especialmente claro: recabar ideas e información para diseñar una ecoetiqueta de impacto, que atienda a diversas partes interesadas, como los pequeños agricultores, el mundo académico, las entidades del sector privado, los consumidores y el sector público.
Taller interno y actividades de los socios
La colaboración era el núcleo de este proyecto. El Consorcio organizó talleres, entrevistas y encuestas, en los que participaron socios como ALIA, UMU, UNITO, ISA-CM y EGE. Por ejemplo, la UMU y ALIA organizaron dos talleres y colaboraron con el Ministerio de Consumo. La UNITO realizó seis entrevistas semiestructuradas y organizó dos talleres. EGE realizó 11 entrevistas semiestructuradas y un taller adicional. ISA-CM participó con nueve entrevistas, tres encuestas y un taller. Además, durante la reunión del Consorcio se organizó un taller interno que aportó más información.
El taller interno fue un crisol de ideas, en el que surgieron diversas consideraciones para el diseño de la etiqueta ecológica. Los debates revelaron ideas clave:
Defensa del etiquetado ecológico para impulsar la acción gubernamental:
Abogar por el etiquetado ecológico sirve de catalizador para que los gobiernos se impliquen en los esfuerzos de sostenibilidad. Cuando los consumidores buscan activamente productos con etiquetas ecológicas reconocibles, se envía un mensaje claro a las autoridades sobre la demanda de bienes respetuosos con el medio ambiente y producidos de forma ética. Es más probable que los gobiernos, influidos por las decisiones de los consumidores, establezcan políticas y normativas que animen a las industrias a adoptar prácticas sostenibles.
Mecanismos de apoyo como subvenciones a los agricultores para facilitar su transición:
La transición a prácticas sostenibles puede suponer un reto financiero para los agricultores, especialmente para los pequeños. Al proponer subvenciones o incentivos financieros, el proyecto reconoce la carga económica a la que podrían tener que hacer frente los agricultores. Las subvenciones animan a los agricultores a adoptar métodos sostenibles compensando parte de los costes. Este apoyo acelera la adopción de la agricultura sostenible, beneficiando tanto al medio ambiente como a los medios de subsistencia de los agricultores.
La necesidad de una normativa que imponga prácticas sostenibles en la industria:
Aunque las etiquetas ecológicas voluntarias son importantes, la normativa desempeña un papel crucial para garantizar la igualdad de condiciones. Las normativas obligatorias fijan un nivel mínimo para todos los productores, impiden el lavado verde y garantizan que los productos etiquetados como sostenibles cumplen realmente determinados criterios. Estas normativas refuerzan la confianza del consumidor en las etiquetas ecológicas y contribuyen a la transformación general de la industria hacia la sostenibilidad.
Un llamamiento en favor de una ecoetiqueta sencilla y basada en el voluntariado para evitar confusiones:
La sencillez de una etiqueta ecológica es vital en el complejo mercado actual. Los consumidores son bombardeados con diversas etiquetas y símbolos, lo que provoca confusión. Una etiqueta sencilla y fácilmente reconocible que indique claramente el grado de sostenibilidad de un producto ayuda a los consumidores a tomar decisiones rápidas y con conocimiento de causa. Además, una etiqueta basada en el voluntariado mantiene su autenticidad, garantizando que sólo participen quienes estén realmente comprometidos con la sostenibilidad.
La preferencia por una etiqueta sin indicadores numéricos complejos:
Los indicadores numéricos pueden disuadir a los consumidores de comprometerse con las etiquetas ecológicas, sobre todo si las métricas son difíciles de entender. Una etiqueta sin intrincados valores numéricos garantiza que los consumidores no se sientan abrumados o alienados. En cambio, el uso de símbolos o códigos de colores sencillos y fáciles de relacionar transmite eficazmente la información sobre la sostenibilidad del producto, haciéndolo accesible a un público más amplio.
Un enfoque holístico que integra aspectos sociales, medioambientales y sanitarios:
La sostenibilidad no se limita a consideraciones medioambientales, sino que abarca también dimensiones sociales y sanitarias. La incorporación de los tres aspectos en la etiqueta ecológica refleja una comprensión global de la sostenibilidad. Los consumidores son cada vez más conscientes de la interconexión de estos factores. Así, una etiqueta holística garantiza que los consumidores tengan una idea más clara del impacto global de un producto, lo que les hace más proclives a alinear sus compras con sus valores.
En esencia, estos puntos subrayan colectivamente la importancia de una etiqueta ecológica bien diseñada que vaya más allá de la estética. Debe fomentar los cambios políticos, apoyar las transiciones sostenibles, garantizar la credibilidad, aportar claridad y tener en cuenta la naturaleza polifacética de la sostenibilidad. Una etiqueta de este tipo tiene el potencial de impulsar un cambio positivo significativo en el mercado y en el comportamiento de los consumidores.
Temas y aspectos que deben incluirse
En la definición de la etiqueta ecológica, los talleres destacaron aspectos cruciales como:
- Consideraciones sociales como el comercio justo, la igualdad de género y los beneficios para la comunidad.
- Elementos medioambientales, que abarcan la biodiversidad, la circularidad y la preservación de los recursos.
- Aspectos sanitarios y de bienestar animal.
- Accesibilidad a la información del producto y a la historia narrativa del mismo a través de códigos QR.
La intención era clara: crear una etiqueta ecológica que englobara de forma exhaustiva el recorrido y el impacto de un producto.
Próximos pasos
Ha llegado el momento de pasar a la acción: los talleres internos condujeron a la conceptualización de posibles diseños de ecoetiquetas. Estos diseños incorporarán elementos como degradados de color, códigos QR, imágenes que representen la sostenibilidad, indicadores de emisiones de CO2 y símbolos que representen diversos aspectos de la sostenibilidad.
Cada socio contribuirá con perspectivas únicas adaptadas a sus regiones. Por ejemplo, en su análisis, España se centró en los aspectos medioambientales y sociales, haciendo hincapié en un esquema de colores reconocible. Túnez hizo hincapié en un enfoque holístico con referencias específicas a los factores culturales y sociales. Italia hizo hincapié en la credibilidad, mientras que Turquía abordó retos como el bajo nivel de conocimientos sobre etiquetas y la armonización de las políticas.
El enfoque colaborativo del proyecto abarca varios pasos cruciales en el desarrollo de una ecoetiqueta innovadora.
Este proceso implica el diseño de nuevas etiquetas mediante aportaciones colaborativas, seguidas de rigurosas pruebas junto con las etiquetas existentes. La participación de los consumidores será un aspecto fundamental, que se logrará mediante sondeos y encuestas en línea para garantizar que la etiqueta se ajusta a sus preferencias. Una vez perfeccionada, la etiqueta elegida será definitiva y reflejará una síntesis de las percepciones colectivas. La culminación de este esfuerzo consistirá en informar sobre el proceso global y las recomendaciones resultantes.
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